Cuando uno vuelve la vista atrás para hablar de
recuerdos siempre hay un momento de indecisión, de cierta parálisis mental por
todo lo que vas a volver a revivir, a evocar: tu propia trayectoria vital, ay!.
Cuando ya no se pueden cumplir los setenta años, porque ya los has superado,
una melancólica intranquilidad te paraliza.
¿
Serán ciertos todos mis recuerdos?. ¿ O estaré en la indecisión de Segismundo,
pensando que la vida es una ilusión, un sueño como nos explicó Calderón, hace
ya uno cuantos años?
Antes de hablar de mi encuentro con la Pediatría, voy
a referir el encuentro de la Pediatría conmigo. Mi primer pediatra fue el Dr.
Luis Navas Migueloa, puericultor del Estado en San Sebastián en los años
treinta del pasado siglo. Luisito Navas, como le llamaba mi padre, a la sazón
químico de la aduana de Irún, era amigo suyo de Zaragoza. Luis Navas a quien
más tarde traté bastante, fue secretario de la Asociación de Pediatras
Españoles, y hasta presidente de la Federación Vasca de Pelota, veraneaba en
Zumaia y dirigió en Madrid uno de los tres primeros centros de prematuros que
la UNICEF donó a España a primeros de los años cincuenta. Los otros dos estaban
en Bilbao a cargo del Dr. Aldecoa y en Valencia con el Dr. Selfa.
Un sábado, el 18 de julio de 1936 cambió mi vida y la
de millones de españoles. Perdimos la casa, el empleo de mi padre, pasamos a
Francia y terminamos en casa de mi abuela en Tudela de Navarra. Luego Zaragoza,
donde estudiaría el Bachiller y la carrera de medicina. ¿ Cómo y porqué decidí ser pediatra? . Por una cierta exclusión de
otros aspectos de la práctica médica y
por la personalidad del entonces profesor adjunto de Pediatría de la Cátedra de
Zaragoza, D. Antonio Bravo Ortega. Médico puericultor del Estado, discípulo de
Suárez Perdiguero, y Lorente Sanz, y sobre todo un gran médico, un trabajador
infatigable, una persona bondadosa e inolvidable. Muerto súbita y
prematuramente en 1957, mientras yo estaba como becario en París. Con él fui
interno pensionado de pediatría los cursos 1953-54 y 1954-55, año que terminé
mi carrera.
Fueron compañeros de especialidad esos años los
Doctores Abeti, Solans, Zubillaga Huici, Palacio Pina y Buesa Ibáñez ( Jefe de
Servicio en Castellón).
¿Cómo era le Pediatría española en esos años?
Podríamos calificarla de discreta. Arruinados por la Guerra Civil y aislados
del mundo por la Segunda Guerra Mundial y la Dictadura, los españoles
recuperamos el nivel económico de 1935 en 1955. También la pediatría sufrió los
horrores de la Guerra Civil: Rafael García Duarte, profesor en Granada fue
fusilado por los nacionales en 1936 y Enrique Súñer, Catedrático de Madrid,
llevó a cabo una sectaria labor de represión entre el profesorado universitario
de izquierdas al terminar la guerra. Hablemos ahora de la Pediatría guipuzcoana
en estos últimos cincuenta años. Sin una Universidad Vasca, salvo el intento en
diciembre de 1936, en plena Guerra Civil, de iniciar una facultad de Medicina
en Bilbao, donde por cierto fue nombrado profesor de pediatría el titular de
Basurto, D. Julio Laguna Azorín, los pediatras vascos, y los guipuzcoanos en
particular, intentaban hacer su especialidad en las Universidades y centros
clínicos próximos como Zaragoza, Valladolid, Salamanca, o Valdecilla.
Durante la segunda mitad del siglo XX ejercieron en
San Sebastián Ángel Elvira y Aurelio Maeso. También Barandiarán, Bireben
Gastaminza, Picabea, Sagardía, Zaldua, Egozkozabal, Alustiza. En Zarauz,
Ignacio Izaguirre. En Eibar, Undabeitia, Rodríguez Ansorregui, Querejeta,
Rodríguez Castro, Cano, Máximo Fernández. En Irún, Tejedor, Rico. Yo mismo
ejercí durante siete años en Eibar, entre 1959 y 1966. Mi recuerdo es de
nostalgia, de unos años de mucha entrega, pero también de tener cuarenta y cinco
años menos. Esto ayuda mucho.
La Pediatría de esa época estaba lastrada por
problemas nutricionales, infecciosos, y neonatales. Las diarreas, las
deshidrataciones, la polio, las complicaciones del sarampión o la tos ferina,
la tuberculosis. No disponíamos de una hospitalización eficaz, ni de
laboratorios adecuados. El voluntarismo lo ocupaba todo. Les contaré a ustedes
una anécdota: en los años que estaba en la cátedra de Santiago de Compostela
nos visitó, entre otros, Carlos Alberto Bauzá, un joven profesor de Montevideo,
de la cátedra de Luis Morquio y le mostramos orgullosos el servicio de pediatría del
Profesor Suárez-Perdiguero, donde se investigaba, se publicaban trabajos y
tesis, se estudiaba. ¿Qué te parece el servicio? le dijimos: que todos tenéis
muy buena voluntad, nos contestó.
Unos años después lo comprobaba en París a donde
llegué con un beca del gobierno francés. Pasé unos cuanto meses en el Hospital
Trousseau, en el servicio del Dr. Marquezy. También visité entonces el Hospital
Des Enfants Malades, Necker, la Escuela de Puericultura del Boulevard Jourdan,
la Maternité Port Royale, L' Hopital des Enfants Assités. Allí conocí a muchas
personalidades y profesores de nuestra especialidad: Debré, Lelong, Minkowski,
Royer, Mathieu, Turpin, Lejeune, Chigot, Pellerin. También a profesores que
visitaban París o asistían a Congresos como: Fanconi, De Toni, Ylpó , Salazar
de Sousa, Fonseca, Bamatter, Rossi , Guest, Lanbrechts, Lust, Hungerland,
Prader, y tantos nombres que en esos años eran la esencia de la Pediatría
europea.
Por eso el ejercicio profesional en la España de hace
cincuenta años no era fácil. Las diferencias con Europa eran entonces
insuperables. El nacimiento de la Sociedad Vasco-Navarra de Pediatría supuso un
hito en la calidad de nuestra profesión. Impulsada básicamente por pediatras
vizcaínos tuvo al frente de su primera junta a Javier Muguruza como presidente
e Inocencio Elola como secretario. Javier era un ilustrado, un pediatra culto,
un hombre generoso y un profesional respetado. Inocencio era un convencido, en
Eibar dicen satisfecho, un fumador de puros y un gran trabajador. Con el
impulso de Manuel Hernández, Joseba Gárate, Santos Sanz, Villalabeitia, Parra,
Beltrán de Heredia, Baqueriza, Laplana, y tantos otros la Asociación fue
adelante a partir de su fundación en 1966. La primera sesión fue en Vitoria y
en una sala de exposiciones de la Caja Municipal de Ahorros, que se utilizaba
también como salón de conferencias. Hablando de conferencias, la inaugural
corrió a cargo de D. Ciriaco Laguna, catedrático de Pediatría de Madrid, y una
de la persona más plúmbeas que he escuchado. Un sermón insoportable.
Un hecho muy importante fue la llamada jerarquización
de los hospitales (entonces
residencias) de la Seguridad Social. La organización, la dedicación y el
entusiasmo de los que nos dedicamos a este ejercicio profesional dio sus
frutos. Rodríguez Soriano en Bilbao, Delgado en Pamplona, Tabuenca en San
Sebastián y yo mismo en Vitoria nos pusimos al frente de servicios hospitalarios
al principio de los años 70, empezando casi desde cero. Muchos profesionales se
unieron, y por no hacer de menos a nadie, citaré solo mis primeros
colaboradores en Vitoria los doctores Cucalón (hoy en Logroño), Lacasa (J.S. de
Huesca), Barez , Suñé (en Barcelona) Landaluce, Botella, Orive, Gz.Molina,
Galiana (en Palma de Mallorca), Ormazabal (en Texas), Hualde, y muchos más que
hoy siguen atendiendo a nuestros niños vitorianos en las magnificas
instalaciones pediatricas inauguradas en los últimos cinco años. Mas tarde en
Donosti: Albisu, Zubillaga, Mondragón,(fallecido), Unanue y otros se
incorporaron al equipo. También Guipúzcoa dispuso mas adelante de un magnífico
hospital Materno-Infantil. Fruto de esta interacción Hospitales Pediátricos-
Formación de Residentes-Sociedad Vasco-Navarra de Pediatría fue la aparición
del Boletín en el que colaboramos con artículos y trabajos realizados por los
socios, dentro y fuera de los hospitales y también las aportaciones a
reuniones, congresos, simposios, en España y fuera de ella, algunos tan
recordados como los realizados con la sociedad de pediatría de Aquitania y el
suroeste de Francia los años 1972-73 en Burdeos y Pamplona. La reuniones y
congresos nacionales de pediatría en San Sebastián y Bilbao, los sectoriales de
especialidades, y tantos otros.
A partir de 1979 se instaura el premio Amagoya para
trabajos inéditos sobre temas de Nutrición Infantil. La recompensa económica
corre a cargo de Nestlé y su primer premiado fue Juan Carlos Vitoria y sus
colaboradores del Hospital de Cruces. También ese equipo de Gastroenterología y
Nutrición del mismo hospital ganó de los años 1982, 84, 88, 93, 96 y 2002. El
grupo del Hospital de Aranzazu alcanzó el premio Amagoya en 1980, 89, 90, 2000,
y el presente año 2003. Los profesionales de Basurto en 1992. Debo hacer
especial mención a los trabajos, muy importantes de Sanjurjo y colaboradores de
los años 1995 y 98 sobre el tema de los ácidos grasos en la dieta del lactante
y la leche materna. Sanjurjo ha recibido este año el premio Reina Sofia de la
Fundación Barrié de la Maza por un trabajo sobre prevención de la enfernedad
cardiovascular en niños. También los años 1983, 86 y 91 el premio Amagoya fue
para el grupo de la Clínica Universitaria de Pamplona, liderada entonces por el
profesor Villa-Elízaga. Los profesionales del Hospital Virgen del Camino de
Pamplona recibieron el premio los años 1987 y 2001, grupos en los que aparecen
el doctor Olivera y Mirentxu Oyarzabal actual presidenta de nuestra Sociedad
Vasco - Navarra de Pediatría.
Déjenme decir una palabras para el premiado en 1999,
el Dr. Pablo Zubillaga, amigo y compañero de carrera, de mili, de pediatría de
zona en la Guipúzcoa profunda de los años 50-60, de su casa de Hernani, de su
boda en Epeleko- Etxeberri. Pero también una pasión compartida por la pediatría
y contemplada hoy por ambos en la cierta lejanía de la jubilación.
Enhorabuena a todos estos compañeros que en los
últimos 25 años han trabajado, estudiado, y consumido muchas horas para mejorar
la vida de nuestros niños y para dar a conocer a muchos de nosotros
conocimientos y oportunidades para nuestra profesión. Gracias también a Nestlé
que desde hace tantos años está en la primera línea de la alimentación infantil
y gracias por el trato que siempre hemos recibido de sus delegados.
Personalmente como algunos de vosotros, hemos visitado sus centros de
investigación en Vevey y Lausanne en Suiza, o utilizando los volúmenes de la
Nestlé Research News, o de la Nestlé Nutrition, o los antiguos Anales Nestlé de
épocas ya superadas hoy por la abrumadora información que disponemos a través
de los ordenadores.
Los problemas relacionados con la nutrición han sido
para los pediatras un tema siempre presente. Dice nuestro recordado profesor y
maestro Grande Covian ( La alimentación y la vida) que existe la creencia
extendida entre la población que hay una relación directa entre la alimentación
y la conducta humana. Sobre este asunto colaboré en una ponencia del Congreso
de Pediatría de Madrid en 1985 sobre el tema Nutrición y Desarrollo Cerebral,
ayudado en gran parte por los textos de las jornadas Nestlé en Mónaco de 1982
sobre el mismo asunto: Nutrición y Cerebro, uno de cuyos ponentes fue el
profesor Ballabriga. La conclusión era que la calidad es necesaria en la alimentación
de RN y del lactante, pero es igualmente necesario el afecto y el cariño de
quien lo alimenta, la madre generalmente, que le habla, le canta, estimula,
atiende y se interrelaciona con él. Se ha valorado la presencia de los PUFA y
de la taurina en la dieta del lactante. Pero son igualmente necesarios los
contactos visuales, auditivos y táctiles. No dudo que muchos de los aquí
presentes van a continuar las investigaciones y los trabajos que el premio
Amagoya ha impulsado en los últimos 25 años y que indudablemente lo va a seguir
haciendo.
Déjenme terminar con un recuerdo a un colega nuestro,
médico y guipuzcoano, algo mayor que nosotros: Pío Baroja. En su libro
"Vidas Sombrías" publicado hace 103 años cuenta sus experiencias como
médico en Cestona. En sus narraciones: Mari Belcha, Noche triste, La Trapera,
hay muchas alusiones a personajes infantiles. Pero es especialmente sugerente
la narración "Noche de médico” en la que aparece la descripción de un
difícil parto en un caserío con la presencia de dos médicos, uno él, y otro
seguramente uno de los hermanos Madinabeitia, entonces médico de lcíar.
He aquí el resumen:
"
La familia está
horrorizada, el marido pálido, una mujer llora en silencio. Hicimos los preparativos, templé los fórceps
en agua caliente. El esfuerzo, la frente del médico llena de sudor, los gritos
de la madre. Sale el feto. La madre pregunta ¿ está muerto? Contemplo la masa de carne violácea que vive. Poco
después el niño gritaba con chillido agudo.¡ay ene, nere bihotz! dice la madre.
Todo ha terminado, los médicos se despiden a la puerta del caserío, la noche
felizmente ha acabado bien, pero.......¡ que lejano parece desde allí la
carrera, la vida madrileña de
estudiantes!. ¡lejana y sin responsabilidades!. "
También a nosotros nos parece lejano y romántico este
relato barojiano. Sin embargo sin ese entusiasmo romántico y vital no puede
existir la vocación médica. Veinticinco años de esfuerzos, ilusiones y
objetivos cumplidos con el Premio Amagoya lo confirman. Gracias a todos.
Julio 2003
Augusto Borderas Gaztambide