Tuberculosis en Euskadi
Dr. Emilio Pérez-Trallero
Jefe del Servicio de Microbiología, Hospital Donostia y Profesor
de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina
EHU/UPV
En el año 1993 la Organización Mundial de la Salud declaró
que la tuberculosis constituía “Una emergencia global”.
Emergencia global debida al aumento de casos y a una progresión alarmante
de los casos ocasionados por cepas con resistencia múltiple a los
antituberculosos. Este aumento fue debido al gran incremento ocurrido en
algunas regiones del Continente africano y del Este europeo, aunque en la
mayoría de los países del mundo, especialmente en países
desarrollados, la tuberculosis ha permanecido estable o mayoritariamente
ha disminuido. La tuberculosis en España también ha seguido
una tendencia descendente, pese a seguir con tasas de incidencia elevadas.
La incidencia de la tuberculosis en Euskadi como en otras Comunidades con
bajo número de horas de sol (típico de la Cornisa Cantábrica),
es alta. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los países
de la Unión Europea, la tuberculosis en Euskadi ha afectado sobre
todo a la población autóctona, aunque en un próximo
futuro es muy probable que afecte sobre todo a la población inmigrante.
La mejora en el control de la tuberculosis en nuestro medio y el aumento
de la inmigración son los motores de este cambio. La incidencia de
tuberculosis en la población adulta de Euskadi sigue siendo elevada
pero se ha producido un extraordinario avance en el control de esta enfermedad
en los últimos años. Un objetivo a plantear en los países
con tasas de incidencia medio-alta (20-40 x 100.000 habitantes) es establecer
un programa de control que consiga un descenso en la incidencia cercano
al 5% anual. De 1999 al 2003 se consiguió una reducción de
sus tasas globales ³7% anual, lo que indica que las cosas se hicieron
correctamente en nuestro medio. El Gobierno Vasco se ha planteado como objetivo
para el año 2010 reducir la tasa de incidencia a 10 casos por 100.000.
Aunque es un objetivo ambicioso y probablemente no podrá ser alcanzado,
lo deseable es que se intente adoptando los medios materiales y reforzando
la motivación de los sanitarios. La incidencia de la enfermedad es
diferente de unas zonas a otras del País vasco. Las zonas de mayor
incidencia de tuberculosis en Euskadi son las industriales y algunas zonas
rurales umbrías en donde había originalmente un gran número
de enfermos. La pobreza y el hacinamiento favorecen la infección
y la enfermedad, aunque la mayoría de los casos de tuberculosis en
nuestro medio se dan en población autóctona con recursos económicos
medios, razón por la que los médicos deben tenerla siempre
presente ante los síntomas compatibles, cualquiera que sea la condición
social u origen del enfermo. El riesgo de infección esta en función
del grado de exposición (mayor numero de enfermos sin tratar mayor
riesgo de adquirir la infección). La mayoría de las personas
que se infectan no enferman, aunque en ellos la infección queda latente
y por ello es tan frecuente la enfermedad por reactivación en los
ancianos. La proporción de sujetos que pasan directamente de la infección
inicial a enfermos depende de su susceptibilidad a enfermar. Entre la población
sana que se infecta, los niños menores de 3-5 años son más
susceptibles a enfermar y también los adolescentes. También
son más susceptibles a enfermar los inmunodeprimidos, infectados
o no por el VIH.
Pese a las elevadas tasas de enfermedad tuberculosa en adultos de nuestro
medio, las tasas infantiles son relativamente bajas. Menores que las de
otras Comunidades Autónomas y parecidas a las de otros países
de la UE. En los años 2004 y 2005 la tasa de tuberculosis en los
niños menores de 15 años ha sido inferior a 3,5 x 100.000
habitantes, dándose en los menores de 5 años, 3 casos cada
año en toda Euskadi. Situación favorable para los niños
de Euskadi que contrasta con los mediocres resultados obtenidos en los programas
de prevención de la tuberculosis infantil de otras muchas Comunidades
Autónomas de España y que, sin duda, se deben al abandono
de la vacunación BCG durante las dos décadas anteriores (una
discusión más amplia sobre este aspecto puede verse en Anales
de Pediatría 64: 1-4, 2006).
Los niños inmigrantes tienen un riesgo elevado de padecer tuberculosis
por dos razones fundamentales: Procedencia de zonas con alta endemia tuberculosa
y baja condición económica y social. La tasa de infección
tuberculosa en China (245 x100.000 h), Ecuador (209 x100.000 h) o Rumania
(109 x100.000 h) es enormemente superior a la de Euskadi (24-27 x100.000
h). Los niños que procedan de estas zonas de alta endemia tendrán
un riesgo de enfermar muy diferente según sean niños adoptados
o hijos de emigrantes. Los niños adoptados presentan muy escaso riesgo
ya que de no llegar enfermos, su infección previa puede detectarse
en una primera revisión (actualmente pueden darse unas 100 adopciones
anuales de niñas chinas en Gipuzkoa). Por el contrario, los hijos
de emigrantes irregulares viviendo en hacinamiento y con problemas económicos
tendrán un riesgo superior de enfermar al de otros niños de
nuestra comunidad. La resistencia a los fármacos antituberculosos
es escasa en cepas de origen autóctono, sin embargo las cepas procedentes
de gran parte de los países de origen de nuestros emigrantes, frecuentemente
son multiresistentes.